Los nevus o lunares son lesiones benignas conformadas por agrupaciones de melanocitos (células de la piel que se encargan de darnos el color de la piel). Aunque pueden estar presentes desde el nacimiento, usualmente aparecen más tarde en la niñez y continúan formándose hasta cerca de los 40 años de edad. Se desconoce su causa, pero se sabe que entre los factores predisponentes están la genética y la exposición excesiva al sol durante la infancia. Usualmente, miden menos de 5 milímetros de ancho (lo que tiene de ancho un borrador de lápiz). Son redondos u ovalados, con una superficie lisa y un borde definido, pudiendo ser desde color marrón oscuro a rosado. En ocasiones, sobre todo en los congénitos, es frecuente observar la presencia de pelos en el nevus. No siempre requieren un tratamiento. Es prudente acudir periódicamente a controles con el dermatólogo, sobre todo si el paciente nota algún cambio en color, forma o tamaño, o si produce síntomas como sangrado, dolor. Si se opta por eliminarlos, puede realizarse cirugía o láser dependiendo de la evaluación del dermatólogo. Para su prevención es imprescindible el uso de bloqueador solar de acuerdo a tu tipo de piel.